Toda manifestación de la intelectualidad es digna siempre del mayor encomio, y más cuando ella procede de la juventud estudiosa y pensante que trata de abrirse camino por el talento y el propio esfuerzo, con entusiasmo y sin adulaciones ni bajezas.
Colocamos entre este número, no muy grande por cierto, al estimable joven Julio Carri Pérez, cuya obra teatral Tierra Firme, estrenada anoche en el Rivera Indarte, e interpretada por los principales elementos de la Compañía Plana-Llano, mereció los sufragios del numeroso público que allí acudió, que la aplaudió con sincera espontaneidad y tributó al joven autor una ovación pocas veces presenciada en el primer teatro de esta capital.
El apreciable autor, llamado insistentemente a la escena, viose obligado, no obstante su innata modestia, a presentarse para agradecer, visiblemente emocionado, aquella espontánea y ardiente exteriorización del sentimiento general hacia la obra y su autor.
Muy feliz estuvo éste en su improvisación, campeando en ella a la par de la sinceridad con que era expresada, la elegancia del estilo y la corrección en el lenguaje, con lo cual afirmó la singular cualidad de un talento que empieza a destacarse con contornos sobresalientes y con propia luz.
Algo sin duda, tendría la crítica severa que observar respecto de la obra representada, pero aquella debe abstenerse de hacerlo por cuanto ella ha de partir de un hecho notorio:
La propia juventud del autor, y el esfuerzo puesto al servicio de un sano y muy encomiable propósito como es el que en la obra se destaca, la moralidad que en toda ella campea y los altos fines que con Tierra Firme persigue el aplaudido autor.
Y más si se tiene en cuenta que se trata de uno que escribe sin pretensiones y tan sólo entrega, al juicio de todos, el fruto de su intelectualidad y de sus desvelos.
Es, por otra parte, un autor argentino, oriundo de este suelo cordobés, modesto en la mejor acepción del vocablo; que lucha denodadamente y que por lo mismo es digno del aprecio de las gentes de bien y del cariño de todos. Es también el primer autor teatral cordobés que se presenta en el escenario del Rivera Indarte.
Siga adelante el talentoso escritor, que no ha de faltarle en esta tierra el aplauso justiciero a que es acreedor por más de un concepto, y que en la noche del estreno de su primer obra teatral se ha visto y sentido aclamado; homenaje que la opinión ha discernido a su talento y que ha de servirle de estímulo para continuar por el surco abierto, y conducirle, si no desmaya en la empresa, a la cúspide a que sólo llegan los que, como él, reúnen condiciones de alto mérito.
Mientras quedan abiertas nuestras columnas a la opinión de los que deseen emitirla, vaya un franco aplauso al joven que tan brillantemente ha triunfado.