“Soy paciente; ninguna de mis comedias lleva diecisiete años en alguna secretaría”, Los Principios, 10 de Abril de 1937: 11

Tal nos dice Francisco Mateos Vidal, al inquirirle sus impresiones sobre el fallo del jurado en el reciente concurso municipal de Buenos Aires.

No hay hombre que no se precie de conocer a fondo el carácter, las costumbres y las inquietudes del amigo, sobre todo, si en la amistad están cuajados muchos años de intimidad y de contacto diario. Sin embargo, frente a frente, en la misma mesa de trabajo, el amigo comienza a mirar a Mateos Vidal con sorpresa, con otros ojos, como si algo se hubiese transformado, apareciendo otra personalidad desconocida. La realidad, es precisamente eso: es la metamorfosis que sufren las personas, cuando un acontecimiento exterior hace irradiar su luz interior, alumbrando a los que lo rodean.

Y Mateos Vidal nos ha deslumbrado con la figuración de su nombre en la disputa del primer premio municipal de comedias de Buenos Aires, que no alcanzó por lo minúsculo de un voto, más puso su personalidad de comediógrafo entre las más calificadas y talentosas de la producción teatral del año pasado.

Data de años su potencia creadora

La vocación artística de Mateos Vidal, no es un sentimiento reciente o nacido por ambiciones del hombre. Los primeros aletazos y la confianza en si mismo surgen en su vida de estudiante.

 — En 1915, nos declara, tras de haber incursionado en la poesía, escribí una escena histórica: A la vista de Jerusalén, en verso, estrenada en una fiesta de fin de curso en el colegio de la Inmaculada de Santa Fe. Por aquel entonces, en la clase de literatura, el profesor me fijó tema y extensión, a un dialoguito sobre el hallazgo de la lanza con que Longino, hirió a Cristo. Me leí un tomo de César Cantú… y escribí… contagio… ocho hojas a dos columnas y de ambas planas. Total: treinta y dos columnas en vez de ocho. El director de la Academia, el R. Marzal, me dijo, sin sarna, después de leerlo: — “¿Por qué lo has hecho tan corto?” Algunas escenas históricas; luego. Un premio en Buenos Aires, a un diálogo breve… premio que estoy esperando todavía…

El primer resbalón y la primera evidencia en el teatro profesional

Si en Mateos Vidal había ya una inclinación manifiesta por las especulaciones escénicas, la verdad es que no se le escapaban las enormes dificultades que entrañaba ingresar como profesional en el teatro. Silenciosamente, estudiando técnicas viejas y modernas, con más tenacidad que visión en aquellos momentos, su complejidad y acaso la valorización de los propios méritos, tendrían que manifestarse en Don Siniestro, pieza orgánica en tres cuadros estrenada en La Comedia por la compañía Vargas-Fernández-Morales en 1929.

— Fue mi primer resbalón, exclama Mateos Vidal.

Efectivamente. Resbalón puede llamarle puesto que aquello no tendrá para él más que un valor histórico en su vida teatral, de iniciación y de su evidencia en la superación y en el triunfo. Luego trabaja, trabaja con furia.

— Tras un espacio de tiempo, añade, estrené Hay que darle con el gusto con el conjunto de José Ramírez: El tango es brujería con los hermanos Cesar y Pepe Ratti; Guacha linda, La dama, el caballero y el ladrón estrenada por la compañía de Eva Franco en Buenos Aires y por último Dos tigres de las finanzas por Morganti y Carmiña en Montevideo. No falta a todo esto alguna travesura encubierta bajo el aspecto de la sátira política. Añadamos el caso de cuadros hechos con espíritu localista que tuvieron la fortuna de ser “concebidos” después por revisteros porteños.

El concurso municipal y sus impresiones

El reciente concurso municipal de Buenos Aires, donde su comedia La dama, el caballero y el ladrón ha sido disputada por el jurado por tres votos contra dos al enfrentarla con Tedio ha emocionado a Mateas Vidal. Su opinión sobro el particular es parca.

— No conozco Tedio. Pero creo que el premio estará bien dado. Además ¿Qué iba a conseguir yo con pensar otra cosa?

— ¿Y cuáles son sus proyectos?

–– Trabajar. He dejado dos comedias en Buenos Aires. Estoy esperando que las lean. Pero no dudo que, este año o el que viene, las leerán. Robert de Beauplan, crítico francés, decía hace poco tiempo que la virtud del autor teatral es la paciencia. Se refería al caso de un autor cuya obra aceptada en 1919 fue estrenada en 1936. Soy paciente. Ninguna de mis comedias lleva 17 años en ninguna secretaría…