Como era de esperarse, todo lo que nuestra culta sociedad tiene de más representativo en sus altos círculos intelectuales y sociales, se hallaba congregado anoche en nuestro primer coliseo, al anuncio de la velada, que dados los elementos que figuraban en el cartel para representar Manon, prometían un espectáculo digno de la altura a que ha llegado Córdoba en sus gustos artísticos.
A pesar de las simpatías que pudiera despertar la obra de Puccini, y los explicables deseos que existían para apreciar a la compañía que viene precedida de tanta fama, en su conjunto, se puede decir que sólo un nombre, sólo uno ha sido el objetivo de esos deseos, y sólo uno, el punto donde han convergido anoche todas las miradas: Caruso.
El gran divo de nuestros tiempos, ha confirmado la razón de esa expectativa. Su garganta y su arte escénico realmente privilegiados, marcan a su paso por el escenario de Córdoba, una etapa del verdadero arte del canto.
El público premió la brillante creación de Caruso en su papel de R. Des Grieux con prolongados y frenéticos aplausos, obligándolo a subir varias veces a escena.
Merece especial mención la señorita Gilda dalla Rizza en su papel de Manon.
La numerosa masa orquestal hábilmente dirigida por el maestro Armani en todo momento homogénea y de verdadero mérito; los coros estuvieron apropiados, así como la lujosa mise en scene.
Vaya también nuestro aplauso a la Comisión de Bellas Artes por su feliz y bien inspirada iniciativa de brindar al público de Córdoba estos espectáculos de cultura.
Para esta noche se anuncia Tosca.