Unido a la sátira política que se explota con habilidad, se cuenta con los recursos propios de la revista para darle un marco de mayor atracción.
Como era de preverlo, el estreno de Alfajores cordobeses, la revista representada por la Compañía Jércolis en La Comedia, resultó un éxito doblemente apreciable: Por la calidad de los motivos revisteriles en sí, dosificados prudencialmente como para dar “tiempo” a los sketches en que se ironizan situaciones o hechos de actualidad.
En términos generales, la revista ofrece todos los motivos para hacer de ella un espectáculo amablemente reidero, en el que la nota cómica, alternada con algún número de canto o baile, constituyen de por sí los factores esenciales para justificar el agrado del público, agrado que se manifestó en los aplausos obtenidos y en la forma en que se festejaron sus pasajes propensos a la obtención de la risa fácil. Por otra parte, si bien en una de las obras que anteriormente se nos ofreciera en otra sala, eran explotadas incidencias de la política local, aquí se tienen otros motivos locales, que atañen no sólo a los de aquello que hemos dado en llamar “la política”, sino también a los asuntos universitarios, con el desfile de personajes conocidos en ese ambiente. Presenta, pues, un otro motivo de atracción, que por cierto contribuyó al interés general despertado por la obra, y a los aplausos con que se le recibió.
Conviene sin embargo, destacar un hecho que, tratándose de una obra destinada a provocar la nota cómica, puede considerarse esto como otro de los motivos tendientes a hacer reír al público. Nos referimos al de algunos personajes caracterizados por actores brasileños, quienes, hablando en castellano, lo hacen con la dificultad propia de quienes hasta ayer se expresaron en otro idioma. Esto, como decimos, más bien fue otro factor de hilaridad en el cuadro alegre y reidero en que se desenvuelve Alfajores cordobeses, que por lo visto, está destinada a mantenerse en el cartel por muchos días.
Se inicia la revista con el cuadro titulado “La cosa está que arde”, donde la commére (Mercedes Blanco), se desempeñó con gracia secundada por un núcleo de chicas que personifican a cada uno de los diarios locales, y algunos metropolitanos, siguiéndole luego “La vía Apia”, por el cuadro casi completo de las primeras figuras del elenco, pasando dos cuadros más de “varietés” para venir el número 4 titulado “Una junta de gobierno”, que parodia la reunión de conocidos dirigentes demócratas, en el que más de una vez se interrumpe el desarrollo por la hilaridad que provoca en los espectadores.
Lo que podríamos llamar el cuadro central; el que mayor éxito obtiene, y el más felizmente logrado es “La Carmen política”, parodia del libro perteneciente a la ópera del mismo nombre, donde todos los personajes aparecen en “traje de luces”, en “la gran corrida… del 8 de noviembre”, según los programas. Es un cuadro bien presentado, alegre en su desarrollo y con evidente buen gusto y lujo escénico, al que ofrece el aditamento de comentarios musicales que constituyen un pout pourrí vivaz y agradable.
En Alfajores cordobeses, que le sigue, aparece una macchietta del conocido empresario local señor Martín R. Pérez, en un gracioso pregón de su mercancía y de sus múltiples actividades.
“La renuncia del Rector”, el cuadro de cosas y casos universitarios, está también muy bien dotado de gracia.
El cuadro “En la Unione e Fratellanza (Congreso político futurista)”, es otra de las notas destacadas como entretenida realización, para terminar en “La gran marcha política”, donde todo el conjunto dirigido por Jércolis, pone la nota final en un gran cuadro revisteril al que nos tiene acostumbrado el hábil revistero.
Los versos de la revista tienen en particular de ser versos fáciles y escritos con soltura, cuya fluidez motiva otro factor para el éxito con que el público recibió el estreno, destinado, como decimos antes, a mantenerse firme en el cartel durante muchos días.
La interpretación fue en general correcta. Debemos destacar sin embargo, un hecho que no habrá pasado desapercibido para la Dirección. Es el de la música que en muchos pasajes tapa totalmente la letra de los artistas. Convendría pues “apianar” la orquestación, si no quieren seguir malogrando muchos efectos reideros del libro.