Pasado mañana a las 18 y 30 horas en la hermosa y nueva pista de baile del “Gran Edén Hotel” de La Falda, Berta Singerman ofrecerá un recital, cuyo solo anuncio ha despertado una extraordinaria expectativa entre las numerosas familias veraneantes de la villa y sus contornos.
Nada place más, cuando de notas artísticas se hable, que seguir de cerca a una personalidad que en el mundo escénico, empieza a adquirir un relieve propio y personal como el de Berta Singerman.
Recordamos de su reciente temporada en el Rivera Indarte, que fue impresionante y una revelación de su temperamento escénico, sus manifestaciones con respecto a su nueva orientación artística.
Con una sinceridad, que ennoblece siempre a una artista, recordaba las grandes satisfacciones que le había reportado en su vida la declamación, en los escenarios de Europa y Sudamérica, pero con esa inquietud de arte innata, que va renovando todos los valores, el teatro de cámara, debería absorberla en lo sucesivo como manifestación de arte expresivo y noble y encontrar en sí misma una nueva personalidad, que sin duda alguna fue una grata revelación
Por esto son escasos los recitales de Berta Singerman. Las grandes multitudes, sus numerosos admiradores, que han saboreado, que se han sentido conmovidos ante la sonoridad de los versos que van creando las imágenes como cinceladas por la voz de la Singerman, añoran su ausencia; porque su desaparición ha señalado un fenómeno curioso: El nacimiento de unas cuantas docenas de declamadoras, que son en realidad satélites de este gran astro, pero se llega a la comprobación que ese claro no se llenará por mucho tiempo.
Berta Singerman, pese a la creencia de que la poesía no satisface su alma artista, se siente atraída por el mismo entusiasmo de otrora, en los estadios, en las playas de toros. Ha de añorar sin duda el fragor de aquellas ovaciones interminables.
Las sierras con sus encantos naturales, con sus escenarios llenos de vida exuberante, brindan un ambiente especial para sus recitales y no ha podido negarse a sus inclinaciones. El recital de pasado mañana, será un triunfo más para agregar a los muchos de su carrera.
Es que los éxitos de la Singerman, nacen de su volumen artístico. Se ha sostenido sin irreverencia y con mucha exactitud, que María Guerrero marcó una etapa en la declamación de su época y que Berta Singerman, cubre otra, de acuerdo a las nuevas exigencias estéticas y a la modalidad de nuestros tiempos.
No podemos menos que reproducir un comentario del semanario parisiense Le Suis Partout, en el que se evidencia la universalización que tiene ganada la labor artística de Berta Singerman y la coincidencia con juicios nuestros expuestos a raíz de su actuación en el Rivera. Helo aquí:
“Se ha representado en un teatro de arte La voz humana, de Jean Cocteau, pieza que un crítico considera como la rehabilitación escénica del teléfono. La intérprete era Berta Singerman, a quien hemos oído en París y que ha dado en todo el mundo hispánico recitales de poesías, a menudo al aire libre, en estadios, donde su reputación atraía multitudes. La señora Singerman martilla su dicción, su boca esculpe las palabras; canta las frases con acentos de coro ruso y sonoridades y ecos de campana. Sus medios sobrepasan en mucho los que requiere la interpretación del acto de Cocteau. El primer espectáculo de teatro de cámara se completaba con Música de hojas muertas, de Rosso de San Secondo, pieza obscura, con intenciones de sugerir, y con Un hombre del tipo de Napoleón, género poco apreciado en Buenos Aires, a pesar de llevar la firma de Sacha Guitry. En la Argentina se prefiere siempre lo “nuevo” y lo “serio”, guardando siempre un poco de severidad hacia la fantasía. Sea lo que sea, el teatro de cámara, que representa más o menos a nuestro antiguo Colombier y nuestro actual Atelier, ofrece nuevas ocasiones de éxito a nuestro repertorio y a nuestros intérpretes”.
El programa
La confección del programa, está compuesto por un conjunto de las más celebradas poesías del repertorio de Berta Singerman, siendo éste el siguiente:
I “Oración a la luz”, Guerra Junqueiro. Traducción Marquina: “Éramos siete hermanas”. Gabriel D’Annunzio. Traducción Villaespesa; “Dime la copla”, Enrique de Mesa; “De las propiedades que las dueñas chicas han”, Arcipreste de Hita; “Los motivos del lobo”, Rubén Darío.
II. “Hay que cuidarla mucho”, Evaristo Carriego; “La dicha”, Paul Fort. Traducción B, C.; “Para cantar”, Rafael Jijena Sánchez; “La cojita”, Juan Ramón Jiménez; “Bambo-Bambu” (Motivo popular del Brasil), Anónimo. Traducción B. S.; “Ay, niñas…”, Romance asturiano Anónimo; “Polirritmo de la mujer vegetal”, Juan Parra del Riego,
III. “Los maderos de San Juan”, J, Asunción Silva; “La niña de medias palabras”, Fernández Moreno; “Anoche cuando dormía”, Antonio Machado; “Canción antigua”, Anónimo; “Capitán de mis sombras”, Fernán Silva Valdés; “Alegrías del mar”, Carlos Sabat Ercasty.