Nada más peligroso para un autor novel que el acertar en la primera prueba. El ingreso de Carlos Suárez Pinto al núcleo reducido de los laureados en el arte teatral, ha sido concluyente y definido.
Ella es así, no es la obra de un principiante, pues sus mismos lunares parecen más bien lapsus de un avezado en las lides dramáticas.
El acierto y la corrección han acompañado al joven literato, al dar vida a una hermosa comedia estrenada el domingo en el Odeón. Y lo más plausible es que ha sabido librarse de la influencia amoral que hoy domina a los escritores teatrales, con un sano criterio ha encerrado en las breves escenas de la obra un concepto de moralidad tan oportuna que puede calificarse de enseñanza provechosa, ya que el ambiente social de las grandes capitales del interior va filtrándose del lenguaje de las malas mañas que vienen de la falsa vida metropolitana.
Adela es la heroína de la comedia y en ella se quiere pintar a la mujer frívola y ambiciosa, que al unirse con el joven adinerado encuéntrale culpable la vida desordena que propone la moderna sociedad. Dominada por la vanidad, llega a los extremos más criticables, como el de conducir a la anciana madre en las […] interiores de la casa, […] que su trato sencillo, con el que denigra a su círculo de ambiciones aristocráticas. ¡Ella es así!
Esta es la esencia de la comedia, y a pesar de su sencillez, está tan llena de detalles oportunos, y actúan en el desarrollo del argumento personajes tan bien dibujados como la madre de Adela y el marido […]
La figura del hermano de Adela, resulta un poco recargada, con sus disquisiciones filosóficas de predicador moralista, llega a dar un tinte algo monótono a las primeras escenas. El primo Carlos, por el contrario, es un personaje excesivamente episódico, que, aun cuando ha sido escogido para cerrar la obra, no adquiere en su breve paso por la escena el suficiente colorido que al parecer debiera tener. Pequeños lunares son estos que hacen resaltar con más brillo el conjunto de la comedia.