“Los ánimos calmados”. La Libertad. Córdoba, 21 de Mayo de 1901: 1

Estuvo Los Principios un día sin salir y, era forzoso, ineludible, inevitable que los ánimos se calmaran.

Anoche acudió al Progreso una numerosa concurrencia que presenció la representación pacíficamente. Cuando, terminada, el público se retiraba de la sala del teatro detúvose un momento para curiosear, en procura de escenas semejantes a las desarrolladas en las noches anteriores.

Sin el más mínimo grito, ni el menor desorden, los curiosos se estacionaron en grupos aislados, sin demostrar actitud ninguna hostil.

Los escuadrones de Policía desfilaron en medio de un silencio sepulcral, haciendo encabritar sus cabalgaduras como si se tratara de un paseíto de exhibición que nos pareció simplemente ridículo. En vista de que nada se producía los comisarios con sus lucidas escoltas, regresaron al trotecito, camino de la querencia. El comisario Córdoba, al frente de cuatro soldados, desfiló también con una paradita desafiadora, cual si en sus adentros fuera diciendo: "¡aquí estoy, porque he venido!” Los curiosos marcharon tras los policeman para ver que pitos tocaban.

Momentos después el grupo de curiosos quedó solamente vigilado por un sereno, que no perdió su serenidad ni cuando un muchacho prendió en las puertas del Café Oriental un paquete de cohetes, que esta vez no consiguió, corno en la noche pasada, que los guapos gritaran ¡una bomba! y que los menos tímidos se tiraran de cabeza al sótano de la confitería o se escondieran bajo el mostrador, a pesar de las protestas de don Agustín, en defensa de la inmunidad de su servicio de cristalería.

En el Calé del Plata otro vigilante hacía guardar el orden.

Convencido el público de que aquello había terminado y no teniendo sufriente los escuadrones de Policía para entretenerse en observarles la lucida paradita, desfiló en procura del lecho invernal.

Y aquí paz y después gloria.