En La Época de Madrid, un crítico juzga así a nuestro drama criollo “Juan Moreira”:
El circo de París ha recogido, a su paso para la capital de Francia, una compañía dramática argentina, que indudablemente es la primera que viene a Europa: Las obras que representa son melodramas criollos; en realidad, dramas populares de las poblaciones rurales de la República del Plata, que, a falta de una gran modelación artística, transpiran el ambiente de las costumbres argentinas.
La obra que se está representando se titula Juan Moreira, tiene dos actos, está escrita en prosa y es de un naturalismo encantador porque reproduce fielmente las escenas de la realidad.
El argumento no tiene lances, y se desarrolla tan fácilmente, que desde la primera escena el espectador lo recompone entero, y sabe de antemano todo lo que va a suceder. Reducido el Juan Moreira a narración o cuento, es simple y sencillamente un cuento de Fernán-Caballero o de Antonio de Trueba, pero una Fernán-Caballero o un Antonio de Trueba de las orillas del Plata, en vez de las del Guadalquivir o del Urumea. Quien haya sido aficionado a los antiguos dramas de nuestro Gutiérrez de Alba, reconocerá en Juan Moreira el argumento de un Diego Corrientes contado por un niño.
El cartel no nos ha dado ni el nombre del autor del drama, ni siquiera el de los actores que le representan. No sabemos a qué obedece esta omisión. La presencia de esa compañía en Madrid y la representación de ese drama criollo tienen para nosotros más importancia, bajo diversos puntos de vista, que la publicación de la leyenda Celiar, con que el uruguayo Magariños Cervantes nos dio a conocer hace cerca de medio siglo el carácter, los sentimientos y los demás rasgos étnicos de los gauchos.
Juan Moreira es, a la vez, un cuadro vivo, palpable, palpitante de verdaderas costumbres gauchas. El cuadro del baile puede ser admitido en cualquier obra de la mejor literatura. En el drama y en la representación todo interesa; el lenguaje, el acento de los que hablan, los trajes, la música, los objetos, accesorios, todo se hace digno de observación.
Nuestro público es tardo en enterarse del fondo de estas cosas que salen del patrón normal. Nosotros, que hemos tenido una verdadera complacencia en ver funcionar en Madrid estos primeros artistas criollos de América que a Europa vienen, no podemos menos de recomendarlos a nuestros artistas y a nuestros literatos.
En el sencillo melodrama Juan Moreira, que representa la compañía argentina, hay para todos mucho que estudiar.