La concurrencia al Progreso no ha sido por cierto para que se feliciten los partidarios del drama Electra.
Numerosa lo ha sido, porque siempre hay gente dispuesta para asistir a un espectáculo, si le regalan la entrada.
Pero ha sido de la última capa social, y hay que felicitarse de ello y dejar constancia para honor de Córdoba.
Muchachos vendedores de diarios, gente de alpargata y extranjeros eran la totalidad, si se exceptúa un reducidísimo número de personas decentes entre los que estaban, el señor Intendente y el Jefe de policía. Tan reducido era este número que La Libertad ha contado falsamente en él al distinguido comerciante señor Ancochea para nombrar diez. Y La Patria usando de indulgencia admite que hubiera veinte personas de criterio.
El pudor no nos ha de vedar que consignemos que en el palco de Los Principios se había dado colocación a tres mujeres de vida desordenada (casi las únicas de su sexo que asistieron) con el propósito de ofendernos, pero nosotros no tenemos entrada en ese teatro y el insulto les cae a los asistentes.
Pero hay más, ni el gremio obrero estaba allí representado, porque fuera del Centro Socialista que concurrió en masa, haraganes y vendedores de diarios era la mayoría. Y a este propósito haremos también constar que un miembro del Círculo de Obreros, el señor Casiano López, músico, no quiso tomar parte en la orquesta aunque es pobre y se le ofrecía buena remuneración.
La concurrencia al teatro, en una palabra, es esa que apedrea templos y grita a la vez: “muera el Obispo” y “viva la anarquía”: inconscientes y vagos.