FRITZ. “A través de la vida”. La Libertad, Córdoba, 18 de Agosto de 1900: 1

Un drama, emoción humana sencilla, ha sido la obra que Goycoechea Menéndez ha presentado al público en la noche del miércoles en el escenario del Teatro Progreso.

Esta obra tiene que producir controversias muy acentuadas entre los que por aquí hacen algo en favor del arte, por la razón de ser ella una obra revolucionaria en su síntesis y más aún, revolucionaria en su forma.

No me explico ni podría explicarme el por qué esa obra ha sido tan bien recibida como lo fue siendo un ataque de frente y valeroso en contra de ciertas tendencias que aquí tienen sus sinceros adeptos; a no ser por el valor dramático a la vez que literario de la concepción y sobre todo a la heroica audacia de su autor que al darla a luz arroja el guante a tirios y troyanos.

Si se examina ligeramente esa obra se podrá ver que tras de todos sus lirismos están expuestos los caracteres de cada tipo de individualidad que esboza y concluye con toques fuertes a la vez que sencillos.

Un acentuado realismo tales como el de Anima de Bracco, o un lirismo de sensual frondosidad como el de Billa Morta de D’Annunzio hubiera sido demasiado fuerte y escasamente comprensible para un público como el nuestro que adora los melodramas y que, fácilmente, se escandalizará ante la idea de que se le pudiera hacer conocer La Casa de Muñecas de Ibsen.

El autor se ha colocado en el justo medio. Ha hecho sus personajes humanos apasionados, veleidosos, santos, malvados, todo a la vez o en largos intervalos de la exposición o del desenlace; después de hacerlos así los ha cubierto de un brillante barniz de poesía, y colocándolos dentro de una situación sin complicaciones extremas ni aderezamientos, ha iniciado y terminado el drama con grandes toques como los cuadros de Goya.

Las leyes pasionales de que han hecho gala los psiquiatras y sociólogos modernos, que pretenden hacer leyes donde no puede haber otra ley que la del propio sentimiento, según sea el momento y la idiosincrasia nunca igual en el individuo, han dado brevemente tela a algún crítico para censurar una escasa vigorosidad de relieve en lo psíquico y sociológico del drama de Goycoechea Menéndez

La mujer delincuente -dentro del criterio de la activa sociabilidad- está allí, con un perfil propio y original sin recargos de carbón que sombrearían demasiado el tipo moral del personaje y sin gran gasto de albayalde, que harían demasiado claro, demasiado puro el espíritu del tipo que se describe en sus complejas o abstractas manifestaciones.

Si esa mujer no es de una fisonomía genuinamente real por lo menos hay muchas que se le parecen. Es cierto que en ella hay rasgos convencionales; pero esos mismos rasgos sirven para acentuar, para definir mejor el rasgo típico de la mujer a la vez cobarde y valiente que pasa por sobre todo para cumplir  lo que es verdad y belleza en las almas sencillas en medio de un delito que se les imputa por la razón de una ley social que se desbarata por sí misma.

En cuanto al tipo del hombre poseedor de una mujer, que es su esposa y a quien ama sin ser amado, es efectivo, es real, es aún más una videncia sobre la misma vida. Se puede objetar que ese carácter que perdona y castiga a la vez parece poco común, que eso no se ve a cada paso; pero, si se investiga el yo personal de cada hombre se verá sin ambages que nosotros mismos perdonamos y castigamos todo aquello que siendo malo puede ser santidad y viceversa.

El tipo de mujer demente que ha colocado como elemento casi primordial en el drama es, quizás, lo único que hay de no real en él y debe censurársele por haberlo introducido en una obra de esta especie a la par que aplaudiría efusivamente como creación poética de fuerte vuelo.

El hombre enamorado que retrata, el conquistador de María es un tipo vulgar, descrito con valor y sin artificio. Es tan vulgar y original al mismo tiempo que viene a resultar la vida misma.

Este género de obras que tienen por maestros a Viacossa, a Bissón, a Bretón causa extrañeza a un público que no ha olvidado a don Álvaro y a la comedia insulsa de Jauja Onhet.

Y es por eso que la obra de Goycoechea Menéndez es un doble éxito de talento y de audacia y que provoca en cualquiera persona medianamente reflexiva el testimonio de una admiración justa y elevada.