Fray Gerundio. “El teatro en Córdoba. Síntomas halagadores”. La Voz del Interior, 24 de Octubre de 1911: 5

El domingo último, el record de los espectáculos y reuniones intelectuales, ha sido batido por el público de Córdoba.
En efecto, teníamos la conferencia de Roldán en el Rivera Indarte, la velada en el teatro del Club Católico, la matinée del San Martín, la del Novedades, las funciones nocturnas de costumbre en estos dos últimos teatros, sin contar los numerosos biógrafos que funcionan diariamente en distintos puntos de la ciudad.
De la conferencia del señor Roldán no hay para que hablar. La opinión pública, representada por un selecto núcleo de intelectuales, ha dado un fallo óptimo, consagrando una vez más la fama de que venía precedido el orador galano y erudito que mantuvo embelesado el auditorio con su palabra fácil y elegante. Es el señor Roldán un verdadero artista de la palabra.
Para la matinée dada en el Novedades, los carteles anunciaban La Viuda Alegre, aquella linda opereta de Lear, tan combatida por algunos elementos y que, sin embargo, gusta tanto en todos los países en que el arte domine. Un público numeroso asistió a la representación y premió con sus aplausos a la buena compañía que actúa en el coliseo de la calle Rosario de Santa Fe.
En el mismo teatro y por la noche se dio Boheme, de Giocosa y Luis Illica, puesta en escena con toda propiedad, a pesar de algunos recortes, tal vez aconsejados por el ambiente. Esos recortes, por bien intencionados que estén, perjudican siempre a las obras y deben evitarse en lo posible, o, a lo menos, hacerlos con mucha parsimonia.
La interpretación de Boheme fue correcta. El señor Quatrena hizo un buen Rodolfo, cantando con arte y sentimiento; Pietro Maresca encarnó muy bien el papel de Marcello, y el filósofo Colline (A. Evangeliste) ha demostrado dominar el escenario. Natale Colombo muy bien.
La señora Gilda Colombo tenía a su cargo el papel de Mimí y el de Musette lo encarnaba Julia Lambiace. Cantaron muy bien.
No se puede negar que el conjunto de la compañía es homogéneo y artístico, lo que explica que, a pesar de la prevención que se tenía anteriormente aquí contra el género de operetas, un numeroso y escogido público concurre noche a noche al teatro.
En el teatro San Martín, el éxito fue completo. La matinée se vio concurridísima; tal vez en ello haya tenido mucha influencia la idea puesta en práctica de los cupones emitidos por La Voz del Interior. Lo cierto es que un numeroso público, dentro el cual bullía el elemento infantil, aplaudía sin cesar las desgracias de El Pobre Valbuena y las cómicas escenas de El Dúo de la Africana, obras en que descuellan verdaderamente la señorita Marco y los señores Espí, Montero y Campins.
Por la noche epilogó la función con la fantasía Si las Mujeres Mandasen. La empresa habla mejorado notablemente el decorado y la mise en scene. El último cuadro, especialmente, gustó sobre manera. Las evoluciones ejecutadas por tan gentiles soldados y dirigidos por el agraciado capitán que los mandaba, resultó lucida. La apoteosis, llena de intención, puso el punto final al espectáculo.
La sala estaba enteramente llena, notándose la preferencia que el distinguido elemento femenino está dispensando al simpático teatrito.
En vista del éxito siempre creciente del arte teatral entre nosotros, no estarán demás algunas que otras reflexiones que vienen al caso.
Se puede considerar como un notable adelanto intelectual la asistencia a los teatros, cualquiera que sea el género representado, pues el teatro siempre instruye a la par que deleita. Las tres horas pasadas en escuchar buenos artistas, son bien aprovechadas. Es una diversión en la cual toman parte las familias, el contacto social se establece, la gente se reúne, se conoce, se saluda, se aprecia.
Entre otros centros de mala reunión las casas de juego, si las hay, perderán seguramente muchos clientes, lo que verdaderamente constituye un gran adelanto social.
De la crítica nos ocuparemos a su tiempo, para no alargar demasiado esta crónica.
Ahora llega el momento de indicar los señores directores artísticos y empresarios de las compañías, la oportunidad de saber aprovechar debidamente estas buenas disposiciones del público, para hacer de Córdoba, una verdadera plaza teatral intelectual y de provecho. Ellos pueden tomar una participación muy activa para llegar al resultado anodino, seleccionando las obras que se representan, variando los programas y, sobre todo, dirigiendo el gusto del público, poco a poco, sin esfuerzos, naturalmente, hacia el verdadero teatro, que lo es la fina comedia y el drama de buena ley, alternando hábilmente con la zarzuela y la opereta y, cuando nos visite alguna grande compañía, la ópera clásica. 
 Es necesario recordar a las empresas, que existe un teatro nacional, el cual va saliendo de la infancia, que cuenta con un buen repertorio y que merece llamar su atención. Creo que una buena compañía nacional, compuesta por artistas de conciencia y trabajadores, obtendrá entre nosotros un verdadero éxito.