Ha seguido el autor las teorías de Freud y ha empleado en algunos momentos la manera del moderno dramaturgo norteamericano O’Neill. Su fondo es deplorable.
Samuel Eichelbaum: En tu vida estoy yo. Pieza en cinco actos breves 182 páginas. Edición M. Glaizer, Buenos Aires.
El 10 de agosto de 1934 estrenó Evita Franco En tu vida estoy yo, pieza cómica en cinco actos, el último dividido en dos cuadros, original de Samuel Eichelbaum.
A Córdoba, antes que la versión escénica ha llegado la edición que acaba de hacer Glaizer.
Este año están de moda los zapatos de macramé con aplicaciones cocodrilo. Ninguna elegante puede dejar de tener un par en su botinero. En literatura hay también sus zapatos de macramé con cocodrilo: el psicoanálisis de Freud y la “manera” de O'Neill. En En tu Vida estoy yo Eichelbaum demuestra estar a la moda: ambos autores han influido en su concepción y en su desarrollo. Lo que no supone que haya logrado las rimas que en el momento presente se adjudican al hombre de ciencia, y al dramaturgo.
Comencemos diciendo que la pieza ha sido escrita con seriedad. Ha habido el propósito de escribir una obra de enjundia. El autor ha logrado algunos momentos. Como conjunto dista mucho de ser una obra. Momentos, no tan bien escritos como dijo la crítica porteña, que se impresiona mucho cuando el escritor adopta poses y un exceso de pretensión intelectual, que alarga en escenas que a veces llenan un acto de buceos que pudieron ser motivo de pocos bocadillos. Por eso mismo, intelectualismo, hablan en ningún momento los personajes; hay psicología, pero del autor, no de sus creaciones. Que igual hablan, reaccionan y sienten sus dos figuras principales.
En cuanto al relleno, que son muchas páginas, es trivial, inferior, tan visible como la viruta que rellena esas muñecas que tienen una carita atrayente, engañadora y un cuerpo de trapo lleno de finísima viruta, que se ve, que se toca. Lo mismo pasa en esta comedia de Eichelbaum donde el relleno está de manifiesto en todo momento. Y es que el asunto puede ser motivo de una ligera reflexión y nada más. La trascendencia del psicoanálisis que realiza cabe en una frase. Y él ha escrito una comedia en cinco actos.
¿Moral? Si conocemos a Freud conocemos a Eichelbaum no tenemos que hacer la pregunta. El tercer acto es crudo. El desenlace francamente inmoral. El fondo de toda la obra deplorable: confunde amor con instinto y da a éste preeminencia, aunque hable del alma, olvidando por completo todo lo que puede ayudar a la virtud y declarándose partidario de un hedonismo integral: el “derecho a la felicidad, podría concretar, vale más que todas las leyes humanas y divinas”.