Lo actual
Llegamos, al momento actual en que nuestro teatro decae visiblemente y de una forma lamentable. Se diría que no hay autores, ni actores ni públicos siquiera, pues a pesar de verse llenos los teatros, la concurrencia no merece el nombre de público desde que tolera esa falta de respeto, esa mofa que se le hace.
Para una obra que resulta tolerable hay que soportar infinidad de “astracanadas” sin pies ni cabeza. Está en auge el mal gusto, es de moda el chiste grueso; la sutileza, la espiritualidad, pasan desapercibidas.
Los autores de los que se podía esperar, mucho, y que valen positivamente, están desorientados, esperando quizá que pase esta racha de mal gusto, esta subversión de valores, esta confusión que trae como consecuencia el triunfo de lo peor.
La reacción aunque muy débil parece que ha comenzado; Vittone, acaba de sufrir una de esas protestas colectiva, que tienen la suprema consecuencia del silbido, los golpes dados con los tacos en el piso.
Esta reacción se producirá no solo en el sainete, si no que llegará a los demás teatros, pues estamos mejor en lo que se pudiera llamar comedia, y que no pasa del sainetón en tres actos, con todos sus agravantes.
Es tiempo que se enseñe a los autores a ver algo más que los derechos que se puedan cobrar. Bien está que se hayan preocupado de que no lo gane todo el empresario, pues todavía resultaba más odioso; pero que no sea la única mira del autor el cobrar, si no la de hacer obra, obra que pueda quedar y resistir a la desaparición de tal o cual actor, para quien se hacen los papeles, buscando el traje a la medida.
No queremos citar, ni es nuestro ánimo personalizarnos con los traficantes del teatro, y creemos de momento que muchos de esos autores que explotan y engañan al público, no les falta talento, ni condiciones para triunfar en buena ley. El secreto está, en que produzcan menos y piensen más, despreocupándose un poco del número de representaciones y del porcentaje, pues si se reflexiona un poco; más producirá una obra que por sus méritos, permanezca en el repertorio, que aquellas otras que una vez pasado el momento corren a engrosar el infinito número de las olvidadas.
Los conjuntos
Entre los actores existe la manía, hasta cierto punto justificada, de formar compañías, hacerse directores y primeros actores de la noche a la mañana, apenas han sentido unos cuantos aplausos o cuando algún diario ha escrito la consabida frase, “es un actor que promete”.
En realidad el que se lanza por su cuenta tiene condiciones, y hasta llega a triunfar; pero sucede, que hay que improvisar actores y actrices y así vemos hoy la mayoría de las compañías y la mayoría de obras que salen a tropezones, pues solo un papel o dos están en manos que lo puedan sacar adelante, y el resto queda confiado a la bondad del público.
Esto se demuestra, recordando cualquier conjunto de hace diez o doce años.
Tenemos como ejemplo la compañía que tuvo Parra, en la época de Los disfrazados. Se recordará que de aquel conjunto han desertado Vittone y Pomar, actualmente primeros actores y con compañía; Muiño en idénticas condiciones; el infortunado Battaglia, que también formó su conjunto, obteniendo grandes éxitos en el Nacional Norte; Casaux, que casi con el mismo género que Parra triunfa actualmente en Buenos Aires; Serrano, Gutiérrez y tantos otros que no recordamos, que al separarse no sólo merman el conjunto a que pertenecían dejando claros difíciles de llenar, sino que además necesitan improvisar actores que mientras se hacen, tiene el público que soportar esa inferioridad en las interpretaciones. De aquí también la necesidad de que los autores escriban y cuiden un solo papel convirtiendo los sainetes y comedias en verdaderas arias coreadas pues no se puede tener confianza más que en la primera figura dejando el resto de los papeles, reducido a lo esencial, para que el primer actor, no parezca un loco que habla solo.