La ciudad de Córdoba posee un hermoso teatro oficial –el Rivera Indarte–, amplísima sala de espectáculos que es una de las tres del género con que cuenta, cuyas puertas han permanecido por lo general cerradas en los últimos años, debido principalmente, según se ha dicho a su propia magnitud, que hace desproporcionada la actuación en su escenario de pequeños o medianos elencos artísticos. Después de haber ensayado sucesivamente su administración por empresas privadas y por una comisión designada por el gobierno, recurso este último adoptado hasta hace poco sin mucho éxito, en contra de todas las esperanzas, se anuncia la resolución de entregar nuevamente el manejo del teatro a manos particulares, para lo cual se realizará una licitación pública próximamente. El suceso adquiere singular significación al tenerse en cuenta, lo que trasunta el hecho de que, ni aún en la época más aparente para el desarrollo de una temporada teatral, haya podido funcionar en forma continuada en un centro de la categoría de aquél su principal coliseo. Varios intentos realizados para ofrecer espectáculos de alta calidad se vieron malogrados por la imposibilidad de cubrir de antemano los respectivos abonos, como ocurrió con los coros del teatro Colón de nuestra capital, cuya actuación se anunció reiteradamente, sin llegar a producirse. Pero no podría afirmarse que existe en Córdoba falta de interés en la población por el buen teatro. Lo ha reconocido así, recientemente en declaraciones publicadas por La Nación, una de las actrices nacionales más conocidas, al referirse a los gustos del público del interior en ese orden, y la presunta incidencia que tiene en el mismo el cinematógrafo. Ese interés se mantiene vivo, evidentemente, sobre todo en las personas que han dejado de ser jóvenes, y en las no pocas que desde allí siguen atentamente el movimiento literario, teatral y artístico exterior y poseen, desde luego, positiva inclinación a gustar personalmente del halago espiritual proporcionado por cantantes, músicos o actores consagrados. La razón de ese aparente retraimiento ha sido otra según parece: el costo de las localidades, sometido, natural mente, al de los contratos establecidos con las respectivas compañías.
Al haber decidido ahora el gobierno de Córdoba volver al sistema de confiar la administración del gran teatro oficial a una empresa privada, se le presenta la oportunidad de organizar en forma conveniente todos los detalles que se relacionan con sus actividades, de manera de afianzar debidamente el cabal cumplimiento de la misión que tiene asignada, que no es por cierto la de conseguir otras ventajas que no sean las de orden cultural exclusivamente, como asimismo limitar a proporciones discretas y razonables los beneficios que legítimamente puedan esperar los capitalistas que tomen a su cargo el cumplimiento del contrato que se extienda, fiscalizando también la calidad de los programas que vayan a ofrecérsele al público.