Por lo que llevamos anotado en el Teatro Rivera Indarte, nuestro público selecto no se interesa mucho por las sólidas demostraciones de arte. La compañía que actúa en dicha sala ha puesto su mejor empeño en la realización de un programa serio. Ha ofrecido buenas piezas de autores reconocidos; con papeles bien estudiados y llevados con encomiable acierto a la realidad escénica; con actores identificados con el rol que desempeñan. Pero nuestro público no ha reaccionado. El caso es lamentable. Se sueña en Córdoba con un buen teatro; se evoca alguna compañía seria que nos visitó y que desearíamos ver de nuevo. Todo el mundo pide trabajos sólidos; algo más noble, donde la propia cultura individual del espectador se equilibre con la cultura de la gran escena. Y cuando al fin, como cediendo a tan generosa aspiración, llega una compañía de esas que todo el mundo vio y desea ver otra vez, el público se retrae, reniega de su pretendida cultura, se esconde en cualquier otro pasatiempo y los actores se quedan solos.
Es necesario reaccionar. Volver por el culto de los grandes valores. Ver en el teatro más que la diversión objetiva y transitoria, un fondo de cultura, una expresión de arte. Y ver en la obra toda la enseñanza que nos reserva su autor, con su temperamento, su técnica, etc.
La compañía que actúa hoy en el Rivera Indarte ofrece a nuestro público un buen material de cultura escénica. Tanto por el género de obras puestas hasta la fecha, como por las condiciones en que han sido vertidas, gracias al esfuerzo, cultura y disciplina de los actores. Sin embargo Córdoba no ha respondido tanto como era de prever ante el valor de tal representación. No ha contribuido ni siquiera para testimoniar su agrado y su simpatía a lo que es una genuina manifestación de cultura.
Pero estamos aún a tiempo. Lejos de aceptar el vacío de la sala como una derrota, la Compañía Casnell-Arrieta prosigue con el calor y el entusiasmo de los primeros días. Nuestro público selecto; que se precia de su cultura, puede aún reivindicarse demostrando que en Córdoba se entiende y se aprecia un valor de esta índole.