“El estreno de esta noche”. La Voz del Interior, 23 de Setiembre de 1913:5

Esta noche será estrenada en el Teatro Novedades el poema dramático en un acto y en verso Almas que fueron, original del distinguido escritor señor José María Salazar.

No necesita éste de presentación. Ventajosamente conocido en nuestros círculos intelectuales por una nutrida labor literaria y periodística su individualidad bajo este concepto, es de auténtico valer y destaca con relieve propio.

José María Salazar se cuenta entre nuestros escritores más apreciados. Sabe pensar, sabe sentir y sabe construir tres cualidades que lo definen netamente y que, expresadas, constituyen el mejor elogio de su producción intelectual.

Observador y poeta, su poema dramático a estrenarse esta noche significa una bella y apreciable contribución a nuestro teatro en verso. Posee, por lo demás, todas las condiciones del comediógrafo acreditadas ya en su hermoso boceto En pos de una sonrisa, estrenado en el Teatro Argentino el 17 de agosto de 1904 con marcado éxito.

Esta circunstancia de ser ya conocido en el teatro y su amplio prestigio auguran al estreno de hoy las proporciones de un legítimo suceso, augurio que, por lo demás, ha de ser confirmado en todas su partes con la colaboración de los intérpretes que han ensayado la obra con esmero después de haberla acogido con cariño.

El asunto de Almas que fueron justifica su título y la denominación del poema, con abstracción de la forma rimada en que está escrito.

Ha sorprendido el autor, en plena época actual de espíritu práctico, dos tipos que a pesar de su juventud pertenecen en su estructura psicológica a una generación ya lejana, ambos soñadores y afectivos por esencia, imbuidos, aunque en diverso grado, del concepto otrora dominante acerca de los problemas del corazón.

La índole de estos sentimientos, en el medio asaz positivista de las cosas modernas, determina el choque de una de las dos entidades –la más efusiva– con las ideas ambientes, por antagonismo natural, y del choque resulta vencido, inevitablemente, el criterio de la tradición romántica basado en un concepto, por decirlo así, de saturación idealista, ajeno a la realidad viviente.

La influencia que precipita este desenlace está encarnada en un tipo que, con el resto de los personajes de la obra, sirve de fondo al cuadro.