Concertistas famosos, murgueros ingenuos, cómicos decentes, con fama y sin gloria, estrellas y fosforitos, tonadilleras, cupletistas, danzaderas, payasos, tonys y demás profesiones del arte, de la farsa y del salto mortal.
Nuestro público va exigiendo, a cada día que pasa una contribución artística mayor para su espíritu que va cultivándose y refinándose mientras, paralelamente, su gusto se depura y su criterio se capacita para el pronunciamiento de elección y de selección.
Córdoba al conjuro de los nuevos ideales de postguerra, que han influenciado todos los valores espirituales y morales, lee más, se preocupa ahora, al menos en una gran parte de su juventud, de todos los problemas científicos o sociales que interesan a los destinos comunes, e incluyendo una tradición llena de chabacanería y mojigata, chauvinista y gazmoña, ha resuelto enfrentar el arte sin pudibundeces ridículas, en todos sus valores desde el estilo suave e ingenuo hasta el desnudo audaz, bello y palpitante.
En estos últimos años el público ha dado un gran paso en ese sentido entre nosotros y los empresarios de espectáculos públicos, graduando en todo su valor el mejoramiento del gusto artístico colectivo y las tendencias preferidas, dentro de una depuración liberadora de prejuicios religiosos y morales, han absorbido la totalidad de las salas ofreciendo lo "respetable" todo cuanto pueda apetecer o desear como espectáculo. Sin embargo de que esta temporada iniciada hace poco ha llegado al máximum de variedad, calidad y número, los espectáculos ofrecidos, no son muchos los éxitos artísticos y financieros en proporción a méritos y calidades.
Han obrado como determinante dos causas: una de origen exclusivo de nuestro público, y otra por errores de empresas o cuando menos de lamentables equivocaciones en sus cálculos.
En cuanto a la responsabilidad del público, es manifiesta. Ningún gran concertista o cantante tiene entre nosotros un éxito cierto, definitivo, rotundo; ni en el mérito artístico, ni en lo que respecta a los intereses concurrentes en proporción en la taquilla.
Se asevera que hay una gran cultura musical entre nosotros; creemos que es una exageración, un error a sabiendas cometidos en nombre de un principio de vanidad localista.
Hoy, en proporción a la población, un número reducido de personas, que poseen, en realidad, una seria cultura musical y un gusto educado en largos años de estudios y de audiciones selectas, pero no lo suficiente para satisfacer los gastos ingentes de grandes compañías o grandes concertistas.
El resto del público tiene, sin duda, un grande instinto musical, pero no concurre a las audiciones de selecta música porque no está en condiciones culturales de percibir sus valores ni de gustarlos por ende.
Se ha dicho que el arte como elemento humano, no se lo razona, sino que se lo siente.
No hay duda de ello, pero solo como un principio universal de teorización. Veamos cómo la práctica lo destruye
El público de las audiciones de canto, como el de las musicales, por intuir en su espíritu un valor de tradición ancestral y que ha vivido hondamente en el corazón, siente intensamente el estilo o la vidalita, como el brillo deslumbrante de algunas composiciones españolas y sus aplausos atronadores siempre, exige el bis de producciones que comprende que le emociona siempre que puede juzgar con acierto de sus valores interpretativos ya sea en la ejecución musical o en la del cantar de los artistas.
En cambio la música rusa, la nueva como la vieja música alemana y la misma francesa no encuentra vida más que en el grupo reducido de los cultos, que no forman clase, pero que son los más aptos.
Por otra parte los empresarios, han incurrido en errores afines a los defectos del público.
Mal compenetrada la rigurosa tendencia pública, se han traído espectáculos que si han constituido hasta cierto punto un fracaso, es solo imputable o a la falta de valores artísticos ciertos de los mismos o a no estar en proporción con la capacidad artística del público.
Esta nueva sección constará en lo sucesivo y siempre que el movimiento artístico de la ciudad ofrezca suficiente campo a crónicas y comentarios de una página que ha de aparecer los lunes. En ella se hará una síntesis de la semana de espectáculos y tendrán acogida la opinión y críticas del público, siempre que fue tan cultos y justos a juicio de la dirección de este diario.
La Voz del Interior cree así contribuir en medida de su posibilidad a la mayor cultura artística de público de Córdoba y brinda una oportunidad no frecuente, desde estas columnas especiales a sus indicaciones que han de colaborar en una manera más cierta al mejoramiento del mismo y de sus gustos.