Entre varias familias de nuestra alta clase social, ha surgido la idea de comprometerse solemnemente y comprometer a todas sus relaciones del mismo modo a no asistir al Teatro Progreso, sea cualquiera el espectáculo que se dé, mientras continúe el empresario actual al frente de ese coliseo.
Si el hecho se realiza, como no lo dudamos, el empresario recibirá el castigo merecido por la ofensa gratuita hecha a esta católica sociedad, poniendo en escena obras como Electra.
Bien por las damas de Córdoba que tan alto saben siempre colocar el estandarte de su fe.
El empresario Padilla es acreedor a tal lección.