Un amplio, espontáneo y merecido éxito sancionó anoche efusivamente el estreno en el Teatro Novedades del poema dramático en un acto y en verso, original del distinguido escritor señor José María Salazar, “Almas que fueron”.
Si bien es cierto que se le auguraba, tomando para ello como base las gallardías intelectuales del autor, el triunfo fue señalado y completo, superando con creces las previsiones, que significan, al par que el coronamiento de un esfuerzo literario brillantemente realizado, una manifestación doblemente simpática por la escasa frecuencia con que se producen entre nosotros. Muy poca ha sido siempre la contribución de Córdoba al teatro nacional. Almas que fueron vuelve consentidamente por nuestro prestigio en este terreno. Pieza bien sentida y bien construida dentro de una sujeción a los modernos cánones de la técnica de la escena, los aplausos nutridos y prolongados que epilogaron su representación no fueron en ningún momento exteriorización de complacencia amistosa sino un justiciero consenso a la digna labor del comediógrafo.
Su asunto es sencillo, acaso con pespuntes de noble romanticismo –que en sí mismos son una comprobación de la sutileza espiritual del autor–, y lo reflejamos ligeramente ayer, al justificar su título. Es un verdadero poema –con la integridad de sus quilates de ensueño– sin que, para definirlo intervengan los versos armoniosos que le dan forma. Hay en él, todo un drama íntimo con el choque de sus entidades representativas que en su psicología son prolongaciones, cada una en su grado y en su esfera, de sentimientos que tuvieron su predominio en otras épocas, de conceptos en lo tocante al amor, prescriptos ya en nuestro tiempo.
Son, pues, “Almas del pasado”. Una, sobre todo, sostiene en su plenitud los principios románticos intransigentes. Producido el choque, y bajo la natural influencia del ambiente, tiene ésta que abandonar el campo, convencida de la esterilidad de su aplicación. Tal es, en ligera, síntesis, el fondo ideológico de Almas que fueron. Con estos elementos fundamentales y los que integran el conjunto hasta darle color y tono, el señor Salazar ha labrado su obra. Por su propia índole tenía que ser, y es, una pieza en que el juego de sentimientos se mantiene noblemente dentro de sus medios naturales.
Almas que fueron produce una emoción sentimental y estética armoniosa. Obra, por lo demás, de ambiente elevado, una discreta nuance anima la sucesión de sus escenas firmemente sostenidas.
Habrá acaso, quien le objete falta de “teatralidad”, tomando como punto de partida el lirismo que la determina, y porque en sus escenas no hay violencias, arrebatos, frenético ir y venir de personajes, mientras la acción se desarrolla moralmente. Pero es lo cierto, que la obra de arte, al tipo de la que nos ocupa, no puede ser juzgada con criterio unilateral y capcioso.
Esta realiza integralmente su pensamiento, y ha llevado emoción al público. Por lo demás, el ajuste y la precisión de su técnica que revelan en el señor Salazar a un “hombre de teatro”, en toda la línea, hacen de Almas que fueron una pieza cuya incorporación a nuestra literatura dramática debe ser celebrada. Como lo dejamos dicho, la acción es subjetiva, va por dentro, y el conflicto –moral siempre– se plantea, se desarrolla y culmina plácidamente y al mismo tiempo con toda lógica.
En cuanto a su construcción, ésta es noble y acertada. Escrita en verso, mitad romance mitad redondilla, sus estrofas son delicadas, sentidas e impecables, acusando a un avezado artífice, diestro en el manejo de la rima. Almas que fueron nos resulta así un hermoso poema, sentido con emoción de artista, sutilmente escrito y llevado las tablas con notorio conocimiento del terreno.
De esta manera lo entendió el numeroso y selecto público asistente, que cortó en repetidos pasajes la representación y coronó el final con una prolongada ovación, que determinó al autor a salir a escena, y a que se levantara el telón repetidas veces.
Por pedido insistente, se vio precisado a hablar el señor Salazar, agradeciendo las cariñosas y justicieras manifestaciones, con frases galanas sentidas.
La interpretación fue correcta. El conjunto salvó victoriosamente los escollos que presenta la obra, por su forma escrita. Justo es, entonces, recodar a las señoras Buschiazzo y Mancini y señorita Barause; señores Zucchi, Fregues y Cuartucci.
Buschiazzo-Mangiante ha solicitado a su autor Almas que fueron para representarla en su gira por Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, en consecuencia por todo motivo frente al brillante éxito de anoche.