Están aliados el optimismo y el regocijo. Con su última producción teatral ha logrado un nuevo suceso. Aborda esta vez un trabajo en que la nota cómica es dominante.
La Modalidad festiva del autor
Nuevamente un autor local, pone su nombre en las carteleras de Córdoba. Esto no ocurre con la frecuencia que sería de desear, si bien da razón a quienes afirman que el teatro es una expresión que para cultivarlo se necesita, a la par de una técnica que no se logra fácilmente en una visión de la vida particular, y la cual la observación es un punto intermedio entre lo subjetivo y objetivo a los cuales las carátulas trágicas o cómicas imprimen y reflejan el pensamiento conceptual que el autor quiera espejar en el escenario. No todo nuestro teatro, el argentino, tiene el volumen para considerarlo como una realidad de la vida cotidiana, de sus costumbres y de sus criaturas. O se vale de la caricatura, como si ello fuera necesario para el contraste humano y llevarlo a lo grotesco, o bien cuando se trasuntan con la intención de sus fieles, fáltales a la pintura, la armonía del dibujo y al cuerpo el espíritu.
Francisco Mateos Vidal, de quien empezamos a familiarizarnos como autor, nos ha mostrado muchas virtudes en su primer trabajo de aliento La dama, el caballero y el ladrón, en que a la vitalidad, unió el relieve de los caracteres, de trazos firmes y acabados por su humanidad.
Con Dos tigres de las finanzas, Mateos Vidal se aparta de aquella primera modalidad, como si su inquietud creadora le aconsejare apartarse del conflicto de almas, subconscientes y llenas de interrogantes, para mostrarnos otras más simples, transparentes y optimistas. Tal se deduce al recocer los comentarios de la prensa de Montevideo y Rosario, donde la ofreciera Carlos Morganti.
Apunta, pues, en Dos tigres de las finanzas, un trabajo eminentemente cómico, sin intenciones trascendentales, y aunque esto en la mayoría de los casos es una justificación de los industriales del teatro, para brindar deshonestidades, tenemos la esperanza de que el autor haya mantenido elevación en su prosa y el ingenio campee en todos sus cuadros, virtudes que llamaron la atención en Buenos Aires y que culminaron su consagración.