La actualidad política argentina, tan llena de incidencias, y por lo mismo apasionantes en la opinión pública, siempre encuentra en el teatro el reflejo satírico de sus situaciones y de sus resoluciones. Ningún instrumento más eficaz que el teatro para espejar las agitaciones de la hora en este aspecto. Obras de esta naturaleza, contaron en el autor Luis Bayón Herrera, con el más agudo e ingenioso de sus comentaristas. Recordemos su pieza El gran manicomio nacional estrenada en plena dictadura, cuando era casi imposible en diarios y en discursos pronunciarse sobre ciertos problemas y, sin embargo, su autor los abordó valientemente, púsole la máscara sonriente a su criaturas, pero dejando al descubierto la verdad de las intenciones y de los sentimientos. Entre veras y burlas, Bayón Herrera puso en el panorama especial de la política argentina, el dedo en la llega, rompiendo con la rigidez de la censura y haciendo sonreír al propio general Uriburu. Cualesquiera que fueran los méritos de aquella producción, lo innegable fue el oportunismo de su estreno y el tiempo dirá algún día si El gran manicomio nacional gravitó en torcer y atenuar, después de sus representaciones, el rigorismo imperante en la libertad de expresión y, acaso también, de cuál era la opinión que por aquel entonces comenzaba a sentir el pueblo después del Seis de Septiembre.
El estreno de La futura presidencia contará esta noche con la presencia de su autor, que ayer llegó procedente de Buenos Aires con ese objeto, y a cuidar los últimos retoques de la interpretación.