La fuerza del mal tuvo una interpretación irreprochable. Nos hemos habituado ya a los excelentes espectáculos de Serrador-Mari, de los cuales venimos haciendo encomiosa reseña, como en justicia corresponde. De ahí que no nos sorprenda un espectáculo como el de anoche, que fue sencillamente brillante por el valor de la interpretación. Y a esta cualidad se debió el efecto que la hermosa y conocida comedia de Linares Rivas produjo en el público, bastante apreciable en su número para ser día lunes: fue casi el de un estreno. La reprise tuvo pues, un atractivo singularísimo, realzada grandemente en sus innegables méritos de producción enjundiosa, digna del talento de dramaturgo de Linares Rivas.
En una obra seria como ésta, y otras que nos ha ofrecido ya anteriormente Serrador-Mari, es donde puede advertirse y apreciarse la ajustada armonía de ese elenco, donde cada uno de sus elementos, desde las primeras figuras hasta las secundarias, juegan a conciencia sus papeles.
Dicho esto, cabe sin embargo destacar particularmente a doña Josefina Mari, que hizo una de sus más eficaces creaciones de talentosa característica; a José Cánova, que en su rol de don Justo estuvo muy posesionado de su personaje, dándole mucha realidad: fue una encomiable labor la suya, que siguió con mucho interés el público. Esteban Serrador Mari fue el galán correctísimo y eficaz de siempre, y don Esteban Serrador nos dio una versión inteligente y mesurada del Santos de la Santera de la obra, manteniendo él y la señora Mari la constante hilaridad del público
A labor tan encomiable correspondieron justicieramente calurosos y repetidos aplausos del público.