El oficialismo de Córdoba, que no ha tenido ni la habilidad que necesitan tener los malos para que no se les confunda con los zonzos, está pasando las de Caín cada vez que, por lucir ciertas habilidades, se mete en camisas que cuentan con un metraje superior al que en realidad le corresponde:
Puesto al servicio de una camarilla que juega con los hombres de gobierno como un gato con un pobre ratón, mete el diente pero no sabe esquivar el cuerpo, lo que le ocasiona –y le ocasionará hasta que perfeccione las mañas– más de un disgusto de los gordos.
A raíz de las últimas incidencias que culminaron con la arbitraria e injustificada prisión de los jóvenes Valdez y Barros y la exoneración del asesor letrado doctor Cisneros Malbrán, la sociedad «Córdoba Libre» ha dado ayer el valiente manifiesto que reproducimos:
Al pueblo
Entre los recientes acontecimientos acaecidos en esta ciudad se señalan determinados actos oficiales que conviene considerar de una manera categórica y objetiva.
Abreviaremos detalles puesto que los sucesos son de conocimiento público y notorio. Tres ciudadanos a quienes todos rinden el homenaje de consideración y de respeto a que le hacen acreedores sus virtudes civiles, Horacio Valdez, Enrique F. Barros y Efraín Cisneros Malbrán han sido objeto de medidas y resoluciones tan no justificadas como arbitrarias. Mientras los dos primeros eran privados de la libertad y confinados en las pocilgas policiales, el tercero era separado de su cargo de asesor letrado por un simple e inconsulto decreto gubernativo que le condena sin oírle. Nuestra constitución ha consagrado definitiva e irrevocablemente la libertad personal y el derecho de defensa. De acuerdo a estos dos principios básicos de nuestra organización política ningún ciudadano puede ni debe ser detenido sin justa causa y, de la misma manera ningún ciudadano puede ser privado del derecho de la defensa. ¿Qué justa causa ha podido determinar los actos señalados? ¿Qué supremas razones han podido cohonestar tan graves resoluciones?
La opinión pública tiene derecho a que sus mandatarios justifiquen todos los actos que realicen en ejercicio de sus funciones; pero en la presente emergencia sus mandatarios han aguardado el sugestivo silencio que solo se explica en quienes no se consideran obligados a justificar sus actos, en quienes acostumbran a sellar con el mutismo la torpeza de la incapacidad.
No queremos detenernos en los comentarios callejeros que atribuyen estos desmanes al ridículo temor de que el pueblo exija un expeditivo desalojo de la casa de gobierno a las personas que la ocupan, ni en los que los atribuyen a los manejos clandestinos de una sociedad secreta que opera en los bajos fondos de la política militante; para nosotros lo esencial es advertir a la opinión argentina que en Córdoba están en peligro las libertades públicas.
El síntoma de este mal que nos amenaza no puede ser más claro y más elocuente. Tres ciudadanos acaban de ser despojados de sus derechos; mañana lo serán otros porque la primera falta hace camino a la costumbre y porque ahora mismo está anunciando actitudes semejantes a las que denunciamos, y entonces no quedará nada en pié de nuestra civilidad política si no oponemos toda la fuerza del juicio público a los avances de la irresponsabilidad.
«Córdoba Libre», cuya posición respecto de la política militante es clara y definida; «Córdoba Libre», cuyo silencio no será comprado por el precio de la prebenda; «Córdoba Libre», que hasta aquí no ha querido ocuparse de los actos gubernativos, tanto porque se encontraba atareada en combatir con otros enemigos, tanto porque quería crearse la ilusión de que el gobierno no existe y está vacante, para no descender todavía a la realidad desesperante de una feria de comité suburbano, levanta ahora su voz y dice al pueblo:
Que protesta de los actos mencionados por ser ellos injustos y violadores de los principios constitucionales.
Que protesta de los poderes que los realizaron, puesto que si ellos son todavía tolerables, la pérdida de un derecho es intolerable; y
Que protesta asimismo de todos los procedimientos solapados que convertían la autoridad en una mordaza del derecho – La Junta Ejecutiva de Córdoba Libre.