Esta tarde inaugurará la Compañía Jambrina, en el Teatro Odeón, la sección vermouth, especialmente dedicada a las familias.
Dará comienzo todas las tardes a las seis, representándose una obra en un acto, con preferencia de autores locales, y al final Jambrina recitará poesías.
El precio de la platea para la sección vermouth, se ha fijado en cincuenta centavos.
La obra elegida para la función de esta tarde, es la comedia en un acto Ayer y mañana, original del autor local señor Julio Brünner Núñez.
Quienes la conocen, aseguran que se trata de un trabajo interesante, de originalidad en el fondo y en la forma.
El señor Brünner Núñez es un entusiasta del teatro, digno por todo de obtener un franco éxito.
A modo de primicia, transcribimos a continuación el prólogo de Ayer y mañana. Dice así:
Álvaro (pasando a través del telón, sin espada, sin capa y sin sombrero).
Disculpad. Ha de extrañaros mi presencia, pero el autor me envía a guisa de prólogo, casi como a pediros perdón de su atrevimiento. A la vez, quiere daros la causa y la razón de la obra que vais a conocer.
Pensad por un momento que no lleváis correcto jaquet, ni amplio y cómodo sobretodo cortado a la dernière, imaginaos vestir trusa y jubón acuchillado, amplia capa y chapeo en el que flota una pluma roja, que a fuerza de ser roja es casi una insolencia; que lleváis a siniestra la tizona de cuya empuñadura el gavilán se retuerce en complejos arabescos, y pensad también, que no estáis en este teatro; pensad que concurrís al corral de la Pacheca o al Teatro del Globo, esos teatros en que nuestros ingenuos abuelos aplaudieron ingenuidades tales como Macbeth y La Araucana, y digo lo de ingenuo como una ironía, pues nada tuvo de ingenuo aquella época.
Sólo veréis en la trama sencilla de esta obra, que debió ser escrita hace tres siglos, lo que no hubieran visto los espectadores de entonces, por no encajar en sus ideas ni en sus prejuicios; oiréis el grito de rebelión de las almas jóvenes y veréis cómo amor, el prodigioso niño alado, en esas épocas de hermetismo aristocrático, supo también romper cadenas, derribar muros y abrirse paso en las encrucijadas mejor guardadas.
¡Eso será todo, tratado breve y sencillamente!
Y después de esto, salgamos de este siglo, pensemos estar en otros tiempos y… a comenzar, señores, empieza la comedia. (Se va telón adentro).