“Crónica teatral. Nuestros críticos”. La Voz del Interior, 26 de Junio de 1923: 7

El diario católico que tiene un cuerpo de críticos de “arte y teatro”, ocupándose hoy de la compañía española Olona-Bardem, dice a propósito del argumento de El caudal de los hijos:

“La obra, que posee una técnica maravillosa y efectos de gran teatralidad, no nos satisfizo en sus aspectos morales, pues, el asunto, a pesar de estar tratado con prudencia y discreción, resulta muy escabroso, llegando  a una solución dramática reñida con el buen sentido de la sana filosofía”.

Era milagro que no salieran a relucir los "aspectos morales", tan zarandeados por quienes no parecen tener mejores razones para fundamentar un juicio o exteriorizar una opinión.  Pero ello emana del criterio subjetivista, estrecho, limitado con el que se ven las cosas, sin fijarse que los estados psicológicos que el hombre o la familia pueden vivir en circunstancias determinadas, crean una segunda naturaleza que escapa a la reflexión ex cátedra. Hay conflictos íntimos que afectan tan intensamente, que aun la ley misma, aplicada por jueces católicos, hace caso omiso del quinto precepto del Decálogo, porque, si bien dictado por Dios, solo Dios también puede ser capaz de elevar la resignación a don de los humanos únicamente llegan en teoría. Y conste que tampoco nos convencen, a estos respectos, las conclusiones accidentales de los psiquiatras, pues, resta mucho de incomprendido en el campo de los afectos y de las pasiones.

Entrando en el fondo y realismo de las escenas  ­–tildadas de escabrosas por el crítico en cuestión– no le vemos al colega los motivos de sus escrúpulos, explicables en una enclaustrada, pero no en un señor de mundo y de volumen… para razonar sobre la “realidad” que el autor presenta en El caudal de los hijos.

Por lo demás, López Pinillos no hizo otra cosa que sacar del álveo del convencionalismo y de los círculos de la hipocresía social uno de los mil casos que, desgraciada y lamentablemente, ocurren a diario.

Discurriendo a base de los códigos, fríos y a veces férreos, la acusación y la defensa de las dos protagonistas, hubiera acumulado "fojas" y más "fojas útiles"; más, hecha carne la Justicia, desvendados sus sentidos, la platea que, durante el acto final, ocupó nuestro crítico, hubiésemos oído de sus labios, por lo menos palabras de exculpa, presenciando el desenlace de la obra, para la mujer que mató!

Repetimos: en El caudal de los hijos habrá escabrosidades y otras faltas según el parecer de los que en todo ven al revés: para nosotros hay, si, la concurrencia y sucesión de factores morales que precipitan los sucesos y convierten a los hombres en esclavos de las circunstancias.