Ante una sala brillante se realizó anoche en el Rivera Indarte el estreno del drama La Canción que no muere, original del joven poeta don Raúl V. Martínez, que con la obra mencionada hace sus primeras armas en el teatro.
Y en verdad que su iniciación en el teatro no puede ser más halagadora para un principiante, pues el éxito de anoche ha sido uno de los mejores obtenido por los autores locales, a pesar de la índole y de la época del asunto que si daban alas al poema quitaban emotividad a la obra dramática, al hacer transportar al espectador al clásico y romancesco siglo XVI.
La obra, según lo que dicen los carteles, se desarrolla España y el señor Martínez, al remover un argumento al siglo de oro lo hace con galanura, dejando correr en el raudal purísimo de su astro joven admirables estrofas, llenas de belleza, que nos dan no sé que vaga reminiscencia de aquellas figuras inmortales coetáneas con la época de su drama.
La concurrencia tributó al joven autor una verdadera ovación, pronunciando éste, a pedido insistente, breves y felices frases.
Los actores llevaron la obra con mucha justeza destacándose la señorita Lopetegui y el señor Amodeos, como así también el señor Fernández, que aunque nos que pareció bastante flojo en el primer acto, se mostró excelente artista en el segundo y tercero.