Fue representado anoche el drama en tres actos de Julio Carri Pérez, cuyo título encabeza esta nota.
La obra confirmó en su réprise el éxito franco del estreno, y en cuanto a la interpretación que se le diera, el conjunto fue más armónico y cuidado que en aquella circunstancia, pues la compañía de Pablo Podestá no era tan completa ni tan homogénea como la troupe Mangiante-Buschiazzo.
El tema que sirve de base a este trabajo y la intención ideológica del autor merecieron, a su tiempo el análisis detenido que su importancia requería. Nadie olvida, por lo demás, el favorable auspicio que recibió del público, en el carácter de una consagración de las facultades reveladas por Carri Pérez para abordar resueltamente el teatro, terreno pisado por primera vez con seguridad y eficacia y en su Tierra Firme, ensayo feliz que tanto prometiera, hace dos años escasos todavía.
Fuerzas que Chocan es un drama que se siente y se sigue con viva intensidad, suscitando estados de conciencia y de criterio a cuyo amparo la atención artística se identifica con la moral expuesta, constituyendo un todo en que se equilibra la función del auditorio sin el menor esfuerzo y sin fatiga alguna, aunque se pueda disentir con los principios sustentados.
Anoche pudo apreciarse la flexibilidad del autor, que si ha hecho reír a Córdoba en nueve representaciones de su punzante Salamanca, desentrañando al par una síntesis de ética social incuestionable, ha sabido también hacer pensar hondo con las premisas de sus Fuerzas que Chocan.
La interpretación estuvo muy cuidada. El cuadro de la compañía revela tener aptitudes singulares para la obra de salón, en que el detalle juega una importancia tan saliente. Se distinguieron en particular las señoras Buschiazzo y Ramírez y los señores Mangiante, Wanco y Ramírez. La escena bien servida.
El drama se repetirá mañana. La función será dada en honor de Carri Pérez y en ella cosechará éste, sin duda, nuevos y expresivos aplausos.