Como cosa de teatro, lo del Rivera Indarte ha terminado en forma de sainete, actuando en él altas autoridades provinciales.
Tal es la solución dada a las tres propuestas presentadas en la licitación, tras de las cuales se ha adjudicado el teatro a una cuarta persona que no ha hecho propuesta alguna.
Esta viveza gubernativa hace sombra a las anteriores y es un verdadero final de comedia, en el que la magia transforma tres personajes en cuatro a última hora para que uno quede dueño del campo.
Esto es lo acontecido con la famosa licitación de arriendo del Teatro Rivera Indarte, la que ha tenido preocupado por más de un mes al Gobierno de la provincia, sin animarse a resolver. De suerte que a pesar de las terminantes declaraciones de S.S. el señor Ministro de Hacienda, de que el teatro sería adjudicado a la mejor propuesta, y de que, en caso de no poder contratar el agraciado, se llamaría nuevamente a licitación, no ha sucedido ni una ni otra cosa.
Está pues, a la firma el contrato por el cual se adjudica el teatro al señor E. C. que no ha sido proponente y que no se ha presentado a licitación pues es sabido que por acta levantada y refrendada con la presencia del señor Ministro de Hacienda, fueron tres los proponentes, a saber: señores Caraccio, Padilla y Subirá; y es sabido también que las oficinas de Contaduría y Obras Públicas informan que la mejor propuesta es la de señor Subirá.
Pero las influencias y las recomendaciones, convirtieron en mejor a una de las peores propuestas.
Entonces se denunció al Gobierno que el proponente no podía contratar por estar legalmente imposibilitado para ello.
Pero el Ministerio no se arredra: aparece el señor C. y obtiene el teatro, aceptándosele una propuesta que no ha hecho.
Esto tiene un nombre que el Ministerio puede hallar.