He visto el drama y me ha gustado. No es una manifestación de mediocridad esta obra de una inteligencia impulsiva y flexible. Pero no puedo dejar inexpreso mi descontento, en la creencia que le será preferible esta amistosa severidad en vez del elogio incondicional, es decir, pueril.
Me he dejado engañar por el título. Esperaba, –y tenía derecho a ello, por cierto– un esqueleto más consistente y una coherencia psicológica inatacable, y dada la idiosincrasia de Goycoechea, la impregnación de ese principio obscuro propio de las fuentes modernas en que amamantara su espíritu. Y esto, -lo confieso, sin entrar en disquisiciones de casuística,- lo hubiera preferido al mixto híbrido de Etchegaray con fantasías dannunzianas (Sogno de un mattino di primavera) que nos ha puesto por delante.
No ha encontrado la ley del funcionamiento de las pasiones y no las ha expuesto con verdad. Sus héroes no son de carne y hueso, vivos, sino monigotes parlantes y declamatorios y para colmo exhibe un coronel que no ha sentado plaza en ningún ejército del mundo.
Pienso que es condición esencial un ajustado determinismo en las obras teatrales en que debe campear una sensación enérgica de la realidad y de la lógica y por tanto los personajes no debían ser falseados y debilitados por desboques de la imaginación calenturienta, para que la pintura de las miserias o de las grandes alegrías de la vida se realcen y sostengan por sí solas. Todo lo demás es guirigay intrascendente, kollow cast como decía Carlyle. El principal esfuerzo pues debía tender, no los sentimentalismos laboriosos y desusados, no los arranques de una lírica caprichosa que vive la vida de las flores, sino al agua fuerte, al perfil inalterable que desafíe el tiempo. Pienso que se debe buscar la gloria y no el éxito.
Dicho esto puedo ahora elogiar la feliz rapidez de la acción, el acierto superior de muchas de sus escenas, como ser el sombrío dúo de las carcajadas de la loca con las acusaciones del esposo ofendido y mil detalles remarcados que salvan en parte la obra de su inclinación al raquitismo y que muestran intactas las buenas cualidades de su autor, sea cual fuere el malogro de su vuelo hacia el Arte y la Belleza.